La naturaleza está llena de sonidos: el canto de las aves, el murmullo del viento entre las hojas y el croar de las ranas al anochecer. Estos sonidos no solo crean una atmósfera única, sino que también proporcionan información valiosa sobre la salud y la dinámica de los ecosistemas. Para capturar y analizar estas señales acústicas, los científicos emplean dispositivos especializados que, aunque poco conocidos, desempeñan un papel crucial en la investigación ambiental.
Monitoreo acústico pasivo: escuchando el bosque
El monitoreo acústico pasivo consiste en colocar grabadores de sonido en áreas específicas para registrar los sonidos presentes en el entorno. Estos dispositivos, a menudo discretos y autónomos, permiten la recolección continua de datos sin interferir en el hábitat natural. Por ejemplo, en Puerto Rico, se han utilizado grabadoras para monitorear ininterrumpidamente durante una década los sonidos de la sabana seca, hogar del coquí llanero, una especie de rana nativa
Bioacústica: descifrando los sonidos de la fauna
La bioacústica es la ciencia que estudia los sonidos emitidos por los seres vivos. Utilizando técnicas de registro y análisis de sonido, los investigadores pueden identificar especies, estudiar comportamientos y evaluar la salud de las poblaciones animales. En Colombia, se han realizado más de 300 estudios basados en señales acústicas de la fauna, proporcionando información sobre comportamientos, taxonomía y uso del hábitat
Tomografía acústica: explorando el interior de los árboles
Más allá de los sonidos ambientales, existen dispositivos que analizan la estructura interna de los árboles mediante ondas sonoras. La tomografía acústica, por ejemplo, utiliza sensores para detectar huecos, pudriciones o deterioros en el interior del tronco. Equipos como el Arbosonic 3D generan imágenes llamadas tomogramas, que revelan el estado interno del árbol sin necesidad de cortes o intervenciones destructivas
Aplicaciones prácticas en la conservación
El uso de estos dispositivos ha revolucionado la forma en que se estudian y conservan los ecosistemas forestales. Al analizar los paisajes sonoros, es posible monitorear cambios en las comunidades animales y detectar la presencia de especies invasoras o en peligro. Además, la información acústica puede alertar sobre actividades humanas no autorizadas, como la tala ilegal, permitiendo una respuesta más rápida y efectiva